Del calor al frío extremo: qué esperar del invierno 2025/26 según la ciencia
Tras un verano marcado por olas de calor históricas, los meteorólogos ya miran hacia el próximo invierno: los primeros pronósticos apuntan a un escenario más frío, con la influencia decisiva de un vórtice polar debilitado.
La plataforma Severe Weather Europe (SWE), en colaboración con sistemas de predicción de largo plazo como el ECMWF europeo y el CanSIPS canadiense, ha adelantado sus primeras proyecciones para el invierno 2025/26.
El mes clave será enero de 2026, cuando se prevé un bloqueo anticiclónico en el norte del continente que arrastrará aire gélido hacia Europa central y occidental.
Los expertos destacan que el vórtice polar —una corriente de aire que gira sobre el Ártico— se presentará débil, lo que facilita que el frío escape hacia latitudes medias.
Este fenómeno suele estar vinculado a inviernos más rigurosos, nevadas intensas y episodios prolongados de frío. Sin embargo, los modelos también apuntan a una alta variabilidad atmosférica, alternando oleadas frías con periodos más templados.
¿Qué puede ocurrir en España?
Aunque el epicentro de las anomalías frías se concentrará en Europa central, norte y oeste, los meteorólogos advierten que las previsiones tienden a subestimar la magnitud de las irrupciones frías.
En el caso de España, se espera que el flujo de aire del sur suavice las temperaturas durante el inicio del invierno, pero a partir de enero el bloqueo anticiclónico podría favorecer la llegada de aire gélido desde el norte, aumentando la probabilidad de nevadas y episodios de frío intenso en la península.
Viajar en tiempos de incertidumbre climática
Para los viajeros, estos pronósticos implican prepararse para un invierno menos estable que el anterior. Los destinos europeos podrían combinar paisajes nevados de postal con semanas de clima más benigno, lo que supone tanto un atractivo para el turismo de invierno como un desafío para quienes buscan escapadas urbanas sin contratiempos.
El cambio de patrones meteorológicos tras las intensas olas de calor refleja cómo la naturaleza equilibra sus fuerzas: el próximo invierno podría estar marcado por contrastes inesperados, convirtiendo a Europa en un escenario de climas extremos que afectarán tanto a la vida cotidiana como a la experiencia de viajar.