La generación Z de Nepal desafía al poder: ira en las calles tras prohibición de redes sociales
Sabías que más de 741.000 nepalíes emigraron el último año en busca de empleo? La falta de oportunidades, la corrupción y la prohibición de redes sociales han encendido una ola de protestas en Katmandú que ya provocaron la dimisión del primer ministro.
Nepal atraviesa una de sus mayores crisis sociales y políticas desde que se proclamó república hace una década. Las calles de Katmandú se llenaron de manifestantes, en su mayoría jóvenes de la generación Z, tras la polémica decisión del gobierno de bloquear las principales plataformas de redes sociales. La medida, que buscaba frenar el descontento, tuvo el efecto contrario: avivó la indignación de una población cansada de la violencia policial, la corrupción y la falta de oportunidades.
El martes, el primer ministro KP Sharma Oli y parte de su gabinete presentaron su dimisión, pero la tensión no cesó. Los manifestantes atacaron oficinas gubernamentales y viviendas de políticos, en un reflejo del hartazgo acumulado durante años.
Uno de los problemas centrales es el desempleo. Con una tasa oficial del 12,6%, la realidad es aún más dura, ya que gran parte de la población trabaja en la economía informal. Cada día, más de mil jóvenes emigran hacia países del Golfo o Malasia para emplearse en la construcción o la agricultura. En 2024, las remesas alcanzaron los 11.000 millones de dólares, cifra que representa más del 26% del PIB de Nepal. Sin ese dinero, muchas familias no podrían costear alimentos, medicinas ni educación.
La corrupción añade gasolina al fuego. Investigaciones parlamentarias han destapado escándalos millonarios, como la malversación de fondos en la construcción del aeropuerto de Pokhara o la venta fraudulenta de documentos a desempleados para acceder a supuestos empleos en el extranjero. Pese a las pruebas, casi ningún caso llega a juicio.
El contraste entre una élite política enriquecida y una juventud sin oportunidades alimenta las protestas. Los manifestantes denuncian el “juego de tronos” que ha caracterizado la política nepalí desde 2015, con tres líderes turnándose en el poder sin ofrecer soluciones reales.
Lo que sucede hoy en Nepal refleja no solo un descontento político, sino una fractura social que amenaza con marcar el rumbo de un país enclavado entre dos gigantes como India y China, y cuya democracia aún busca consolidarse.