Etiopía inaugura la mayor presa de África tras 14 años y 5.000 millones de dólares, en medio de tensiones con Egipto y Sudán
Con 145 metros de altura y capacidad para generar más de 5.000 megavatios, Etiopía inaugura la presa más grande del continente africano, un proyecto que promete energía para millones, pero también desata tensiones diplomáticas por el control del Nilo.
La Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), ubicada en el Nilo Azul, se inauguró tras 14 años de construcción y una inversión superior a los 4.800 millones de dólares. Con una extensión de 1.874 km² —mayor que Londres—, la infraestructura se erige como un símbolo del progreso africano y un motor de energía renovable para Etiopía y sus vecinos. Se estima que podrá generar 5.150 megavatios, suficiente para abastecer al 60% de la población etíope que aún carece de electricidad, además de exportar energía a países como Kenia y Tanzania.
Sin embargo, lo que para Etiopía es un hito de soberanía y desarrollo, para Egipto y Sudán es motivo de preocupación. Ambos países alegan que el llenado y gestión unilateral de la presa amenaza con reducir drásticamente el caudal del Nilo, vital para sus poblaciones y economías. Egipto depende del río para la supervivencia de sus más de 100 millones de habitantes, y ha invocado tratados históricos de 1929 y 1959 que le otorgaban derechos preferentes sobre las aguas.
Las tensiones no son nuevas: desde 2015, múltiples rondas de negociaciones han fracasado, la última en diciembre de 2023. El gobierno egipcio incluso ha elevado el asunto al Consejo de Seguridad de la ONU, advirtiendo que defenderá “su agua y su seguridad nacional”. Por su parte, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, insiste en que la presa no representa una amenaza, sino una oportunidad compartida para el desarrollo regional.
Más allá del pulso geopolítico, la GERD es también un símbolo nacional en Etiopía, que busca consolidar su estabilidad tras años de conflictos internos como la guerra de Tigray, que dejó más de 600.000 muertos. Mientras tanto, el Nilo, fuente de vida desde hace milenios, se convierte hoy en epicentro de un debate que mezcla soberanía, recursos naturales y el futuro energético del continente africano.