¿Te imaginas adentrarte en una pirámide egipcia, completamente a solas?

Una experiencia única e inquietante: entrar a la Pirámide Acodada de Dashur, un lugar donde el silencio pesa tanto como la historia que guardan sus muros.

Cuando se habla de Egipto, lo primero que viene a la mente son las grandes pirámides de Guiza, con sus interminables grupos de turistas y el bullicio de vendedores. Sin embargo, a unos 40 kilómetros al sur de El Cairo, se alza Dashur, una necrópolis menos frecuentada pero cargada de historia.

Aquí se levanta la Pirámide Acodada, un monumento tan enigmático como imponente, obra del faraón Esnofru, padre de Keops. Este soberano del Reino Antiguo no solo dio inicio a la dinastía IV, sino que, según los investigadores, mandó levantar hasta cuatro pirámides, un récord en la historia del Antiguo Egipto.

El momento de quedarme sola

Acceder al interior de la Pirámide Acodada no es tarea sencilla. Tras subir por escaleras de madera hasta la puerta, toca descender por un largo y angosto pasillo en penumbra, donde el aire se siente denso y el eco de cada paso resuena con fuerza.

Fue a medio camino cuando me di cuenta: ¡estaba completamente sola!.

La ausencia de visitantes —algo impensable en Guiza— intensificó la experiencia. La soledad transformó cada crujido de la madera y cada golpe de mi respiración en un recordatorio de lo inhóspito y sobrecogedor del lugar.

Como una arqueóloga aficionada

Al final del pasillo se abre la cámara funeraria, con muros de piedra que parecen inclinarse hacia el techo, desafiando la lógica arquitectónica.

Allí, la sensación es la de estar descubriendo un secreto milenario, casi como un arqueólogo aficionado que entra en un espacio que rara vez se comparte en soledad.

Una escalera de madera conduce a un túnel estrecho donde se debe avanzar a gatas.

Tras quince metros de esfuerzo, se llega a otra sala, silenciosa y vacía, con la única compañía de las piedras que han soportado más de cuatro milenios de historia.

Llegar a Dashur: una aventura en sí misma

La visita a Dashur no es tan accesible como la de otros complejos arqueológicos. No hay transporte público que lleve hasta la necrópolis, por lo que las opciones se reducen a negociar un taxi en El Cairo, contratar un coche con conductor o sumarse a una excursión privada que, en muchos casos, combina Dashur con Saqqara y Menfis en una jornada.

Aunque el trayecto no es largo, se requiere planificación y algo de esfuerzo físico para recorrer los pasillos inclinados y calurosos del interior.

Un tesoro poco conocido

Pisar Dashur es comprender que Egipto no se reduce a Guiza. La Pirámide Acodada, con su curiosa forma y pasadizos laberínticos, es testimonio de los ensayos arquitectónicos que dieron lugar a la Gran Pirámide.

Visitarla permite adentrarse en la historia de Esnofru, un faraón que revolucionó la arquitectura funeraria y sentó las bases de lo que hoy admiramos como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

En definitiva, Dashur es un viaje a un Egipto más íntimo y menos transitado, donde la arqueología se combina con la aventura personal de sentirse, aunque sea por unos minutos, el único explorador dentro de una pirámide milenaria.

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