La ciencia lo confirma: la vuelta al trabajo tras el verano afecta al ánimo y al rendimiento laboral
Más del 30% de la población experimenta malestar al reincorporarse a la rutina laboral después del verano. Este fenómeno, conocido como síndrome postvacacional, no figura como una enfermedad clínica, pero la ciencia lo reconoce como un estado de adaptación emocional que puede afectar el rendimiento y la salud mental, tanto en adultos como en niños.
La reincorporación laboral tras el verano suele vivirse como un choque entre el descanso disfrutado y las exigencias del día a día. De acuerdo con psicólogos y estudios en salud laboral, este periodo de adaptación puede provocar cansancio, irritabilidad, dificultades para concentrarse y alteraciones del sueño.
Aunque generalmente dura entre tres y siete días, en algunos casos puede prolongarse y derivar en cuadros de ansiedad o depresión si no se maneja de forma adecuada.
Lejos de ser un mito, el llamado síndrome postvacacional refleja la dificultad natural que tiene el cerebro para pasar de un entorno de placer, descanso y libertad a otro de horarios estrictos, responsabilidades y exigencias. Según expertos, la clave está en la resiliencia emocional: la capacidad de adaptarse sin perder el bienestar psicológico.
Adaptabilidad en adultos y niños
Si bien el fenómeno suele asociarse a trabajadores adultos, los niños y adolescentes también lo experimentan. El regreso a las clases implica madrugones, nuevas rutinas académicas y separación de la flexibilidad del verano. Esto puede traducirse en irritabilidad, falta de motivación o incluso somatizaciones como dolor de estómago.
Por ello, los especialistas recomiendan que los padres acompañen este proceso con paciencia, establezcan rutinas graduales y fomenten hábitos positivos: desde horarios de sueño regulares hasta espacios para el juego y la desconexión, que son fundamentales para la salud emocional de los más pequeños.
Recomendaciones para afrontar la reincorporación laboral
Planificación progresiva: evitar regresar de vacaciones el día previo a empezar a trabajar. Lo ideal es dejar un par de días para organizar la vuelta.
Hábitos saludables: priorizar el sueño, la alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico, claves para mantener la energía y el estado de ánimo.
Microdescansos: introducir pausas breves durante la jornada laboral para oxigenar la mente y evitar el agotamiento.
Gestión realista de expectativas: no intentar resolver todo en los primeros días; organizar tareas por prioridades ayuda a reducir la presión.
Apoyo profesional: en casos donde el malestar persista, es recomendable acudir a psicólogos especializados en salud laboral.
Cómo orientar a los hijos en el regreso a clases
Los padres pueden facilitar la adaptación de sus hijos al curso escolar mediante pequeñas rutinas:
Reajustar el horario de sueño una semana antes de la vuelta.
Involucrarles en la organización del material escolar para generar motivación.
Mantener espacios de ocio en familia que contrarresten la exigencia académica.
Promover conversaciones sobre emociones, validando el nerviosismo o tristeza que puedan sentir.
El regreso a la rutina laboral y escolar después del verano no tiene por qué convertirse en un obstáculo. Con hábitos saludables, organización y acompañamiento emocional, tanto adultos como niños pueden transformar esta etapa en una oportunidad para crear mejores dinámicas de vida y potenciar su bienestar durante el resto del año.