Del bikini prohibido al turismo de masas: Como Benidorm desafió la dictadura y hoy mueve millones
Fotos: Yéssica Salazar
Benidorm, con apenas 74.000 habitantes, es hoy uno de los destinos más icónicos de España y del Mediterráneo. De pequeño pueblo pesquero en los años 50 pasó a ser referente mundial del turismo de sol y playa, configurando un modelo económico que sigue marcando la economía española y global.
La España de posguerra, una nación aislada y empobrecida, encontró en el turismo un salvavidas inesperado. Y en ese escenario, Benidorm se atrevió a soñar. De ser un pequeño pueblo de pescadores, se convirtió en un laboratorio social y urbanístico, desafiando las normas de la época.
El visionario detrás de esta transformación fue su alcalde, Pedro Zaragoza. Comprendiendo el inmenso potencial del sol y la playa, tomó una decisión impensable para el Franquismo: autorizar el uso del bikini en sus playas. Esta medida, tomada en los años 50, atrajo a los primeros turistas europeos, desatando una revolución que cambiaría para siempre el destino de la ciudad.
Esta visión convirtió al municipio en el epicentro del turismo moderno español. Los turoperadores británicos y españoles financiaron hoteles y consolidaron a Benidorm como destino clave, especialmente tras la apertura del aeropuerto de Alicante en 1967.
Rascacielos en la costa: el nacimiento de “Beniyork”
Con una superficie limitada y rodeada de montañas, Benidorm apostó por la verticalidad. Desde la Torre Coblanca en 1966 hasta los más de 80 edificios que superan los 100 metros de altura, la ciudad se transformó en el segundo lugar del mundo con más rascacielos por habitante, solo superado por Nueva York.
Fotos: Yéssica Salazar
A diferencia de otras ciudades costeras, Benidorm planificó su crecimiento pensando en la eficiencia: orientación sur para aprovechar la luz, edificios separados que no bloquean el sol y amplias zonas peatonales.
Esto lo convierte en un ejemplo de ciudad densa, caminable y energéticamente más eficiente, según urbanistas.
Turismo y economía: entre el éxito y los desafíos
Fotos: Yéssica Salazar
Hoy, Benidorm cuenta con 142 hoteles y más de 90.000 camas, recibiendo en temporada alta hasta 400.000 personas en un municipio con apenas 74.000 residentes.
El turismo en España representa el 12,9% del PIB nacional, y Benidorm es uno de sus motores más visibles.
Sin embargo, este éxito no está libre de tensiones:
Presión sobre servicios públicos: hospitales, policía y gestión de residuos.
Crisis de vivienda: los residentes compiten con el mercado turístico por precios más altos.
Protestas por el turismo de masas: un fenómeno que ya afecta a Barcelona, Málaga y las islas Baleares y Canarias.
Benidorm como referente internacional
Fotos: Yéssica Salazar
El modelo de Benidorm ha inspirado incluso a líderes extranjeros. En 2017, Kim Jong-un envió funcionarios norcoreanos a España para estudiar complejos turísticos como Terra Mítica y Marina d’Or antes de levantar el resort de Wonsan Kalma, conocido como el “Benidorm norcoreano”.
Sin embargo, el cierre al turismo extranjero y la falta de poder adquisitivo interno cuestionan su viabilidad.
Del Mediterráneo al mundo
Benidorm demuestra cómo el turismo puede convertirse en un motor de desarrollo económico en contextos de crisis, como ocurrió en la España de posguerra.
Su éxito es un espejo de lo que significa el auge del turismo global, que mueve billones de dólares al año y sostiene economías enteras.
Sin embargo, también es un recordatorio de que el crecimiento sin límites trae desafíos de sostenibilidad social y urbana que España —y el mundo— no pueden ignorar.