Giethoorn: el pueblo de Holanda donde la vida fluye entre canales y es conocida como la Venecia del Norte
¿Sabías que Giethoorn nació en el siglo XIII gracias a la extracción de turba, un material orgánico usado como combustible? Al excavar este recurso en los pantanos, los campesinos formaron canales que con el tiempo se llenaron de agua, dando origen al encantador pueblo holandés donde las calles son de agua y los coches no existen.
En pleno corazón de Overijssel, a unas dos horas de Ámsterdam, se encuentra Giethoorn, un pequeño pueblo holandés que parece sacado de un cuento. Sus casas de techos de paja, sus cuidados jardines y sus canales navegables lo han convertido en uno de los destinos más pintorescos de Europa.
Lejos del ruido de los coches —que aquí no existen—, el silencio del agua y el canto de las aves marcan el ritmo de vida de esta aldea fundada en el siglo XIII. Su origen se remonta a campesinos y recolectores de turba que cavaron canales para transportar materiales y, sin imaginarlo, dieron forma a una red acuática que hoy fascina a viajeros de todo el mundo.
La historia detrás de la “Venecia holandesa”
Giethoorn debe su nombre a un curioso hallazgo: en el siglo XIII, al excavar la tierra, los primeros colonos encontraron una gran cantidad de cuernos de cabra (geitenhoorn en neerlandés). De ahí surgió el nombre que hoy da identidad a este lugar único.
Con el paso del tiempo, los canales se convirtieron en el centro de la vida del pueblo, y aún hoy lo son. Los habitantes se desplazan en pequeñas embarcaciones llamadas “punter”, mientras los visitantes disfrutan del paisaje desde los más de 170 puentes de madera que conectan las orillas.
Qué hacer en Giethoorn
Visitar Giethoorn es adentrarse en un ambiente de cuento. Una de las experiencias más populares es alquilar un bote y recorrer el canal principal, sin necesidad de licencia. Las embarcaciones pequeñas, con capacidad para seis u ocho personas, permiten navegar a tu ritmo por unos 30 € la hora, dejando un depósito reembolsable de 50 €.
Quienes prefieran no conducir pueden optar por paseos guiados en barcos grandes, donde se comparten historias y anécdotas locales mientras se recorren las aguas en grupo. Ambas experiencias ofrecen una perspectiva única: las casas típicas holandesas, los cuidados jardines y la tranquilidad que solo este pueblo sin coches puede regalar.
Más allá del canal: gastronomía y paseos
Después de navegar, Giethoorn invita a perderse entre sus senderos y probar su gastronomía en pequeños cafés con vistas al agua. Un alto en el camino imprescindible es la tienda Willig Cheese Shop, donde degustar algunos de los mejores quesos holandeses.
El pueblo es también ideal para caminar junto a los canales, atravesar sus puentes fotogénicos y descubrir rincones llenos de encanto. Quienes lo visitan suelen combinar la experiencia con excursiones desde Ámsterdam, que duran entre 7 y 9 horas.
Curiosidades de Giethoorn
No hay coches en el centro: el único acceso es a pie o en barco.
Cuenta con más de 170 puentes de madera, todos de uso peatonal.
El cartero y los servicios de reparto utilizan embarcaciones para llegar a las casas.
Sus paisajes han sido escenario de películas y documentales que resaltan su belleza.
Giethoorn es mucho más que un destino turístico: es un viaje en el tiempo, a un estilo de vida pausado y en armonía con la naturaleza. Sus canales, sus casas de postal y la ausencia de tráfico convierten a esta aldea en una de las joyas más encantadoras de Holanda y en una parada obligada para quienes buscan conocer la esencia de los Países Bajos más allá de Ámsterdam.